domingo, septiembre 30, 2012

Si me amas, si existes, si ellos no van a ganar, si los ángeles tienen corazón, si vamos a hacer que el mundo entero se muera de envidia con nuestra historia... Vuelve.

Es lo único que pido. 

domingo, septiembre 23, 2012

¡Yay!

Estoy contentita porque llevo tres noches seguidas soñando con ese tipo de cosas genialosas que te llenan de inspiración para escribir e imaginar y cantar y toooooooooooooodo eso.

lunes, septiembre 10, 2012

Su único compañero de danza.

Entró y barrió el lugar con la mirada de inmediato, buscándole casi de manera automática. Un recuerdo demasiado flojo para aparecer conscientemente en su memoria, ni siquiera lo suficientemente intenso para que ella se diera cuenta de que estaba ahí. Saluda, sonríe, camina; repetir las veces que sean necesarias.

Como siempre, él apareció casi al final y le premió con una sonrisa divertida que ella consideraba de su propiedad. Avanzó hacia él y se abrazaron con una naturalidad inquietante, las cosas fluían demasiado sencillamente entre ellos sin importar el tiempo que estuvieran separados, ambos conscientes de haber compartido algo más que una amistad alguna vez, y ambos obviándolo descaradamente.

Hermanos. Confidentes.

Ella le arquea la ceja con un descaro que sólo parece brotar cuando se trata de él; por supuesto, el muchacho le sigue el juego con tranquilidad. Permanecen cerca, hablan un momento, va más allá de la comprensión cuando se hallan nariz con nariz. Tienen mucho cuidado de que los labios no se toquen en ningún momento. Ambos son conscientes de que son sólo amigos, que sólo es un juego.

Es gracioso, porque cualquiera creería que se gustan, que el juego es una mentira que ambos han creado. ¡Pero, no! De verdad es un juego, es gracioso que nadie pueda creerlo. Lo de ellos es historia vieja.

Rozan ambas narices un momento, luego ella le da un empujón.

Probablemente no vuelvan a verse en mucho tiempo, pero las cosas seguirán fluyendo con la misma naturalidad cuando se encuentren otra vez.

Ella espera recibir uno de sus exquisitos besos en la frente.




Un sueño que tuve anoche y que me inspiró para escribir.

viernes, septiembre 07, 2012

Tragicómico.

Querido blog:

Seré sincera y no me contendré como suelo hacerlo a pesar de ser éste el lugar donde suelo ser más honesta conmigo misma. Supongo que es normal en mí que nunca me sincere completamente con nada o nadie; por eso nunca escribí más de dos entradas seguidas en mis diarios de vida.

Hace mucho que no lloraba de verdadero dolor, ¿sabes? Hoy, a casi tres meses del evento, me di el tiempo de ponerme a conversar conmigo misma en retrospectiva. Y admití que tengo el corazón terriblemente roto. Lloré, lloré, lloré y lloré. Me aovillé, me tapé la cara y sentí como me temblaba todo el cuerpo; no pude hacer nada más que esperar a que los sollozos me dejaran tranquila. Me convencí de que sería bueno escribirlo.

Es triste, pero parece que la inspiración me viene sólo con la alegría o el dolor del corazón.

¿Soy una soñadora irremediable, blog? ¿Sirvo para un mundo que de lo que yo sueño no tiene mucho? Por favor, no pienses que soy una malagradecida. Tengo techo, comida, educación, salud y una familia y amigos que sé que me adoran. Y ese es mi problema. No me basta, no me es suficiente con la normalidad. Allí en lo más profundo de mi corazón, todo mi mundo gira en el deseo de no sólo pasar por esta vida, de tener una historia de amor digna de todos los libros melosos que me he leído, de tener una aventura que pueda plasmar yo misma. Que me escriban una canción donde yo sea la chica de verano —o de invierno, o de primavera, no me importa—, que se tomen fotos tontas conmigo sólo porque se me ocurrió tener una cámara vieja con rollo, que jueguen con mi pelo y que me digan una y mil cosa bonitas.

Si comienzo a hilar otra vez pensamientos de manera aleatoria, puedo decir también que lo peor de todo es haberlo tenido y que no haya sido más que, al final, leer otro libro. Porque no puedo decir que fue mi historia, y si lo fue, fue para ser escrita como resumen y no para seguirla escribiendo hasta el día en que me cremen y tiren mis cenizas en un bosque bonito.

¿Lo peor? Me pasa por ser tonta. Tonta, tonta, tonta. O ingénua, qué se yo. Desearlo tanto que, a pesar de lo increíble que pueda parecer todo, cierras tus ojos, tomas un profundo respiro y te dices 'No importa, ¡puede pasar! Y si no, lo disfrutaré mientras dure'. El problema no es tanto algo como perderlo y recordarlo, sino el nunca haberlo tenido y aún así recordarlo. Como que te hayan inventado algo.

Lo más tragicómico (y es que no tengo remedio), es que toda esta perorata nació por estar —de nuevo— llenándome de emociones por historias que no son mías y nunca lo serán.