El problema es que ambos necesitaban amarse sin decirlo, con máscaras, ocultos en las profundidades de su corazones y sin que ni siquiera ellos mismos se enteraran de sus sentimientos; no porque fuera malo, sino porque era nuevo y en cierto modo hasta peligroso.
Iban y venian en el mismo juego, escondidos, murmurando bajito palabras de amor que no eran exactamente —pero al mismo tiempo sí— para ellos, hasta que el telón bajó y sólo quedaron atrás los actores que se suponía sólo tenían que despedirse hasta la próxima función ¿Pero qué pasaba si querían actuar para ellos mismo, o simplemente usarlo como excusas?
Pasa el tiempo y ya no hacen espectáculo para nadie, ni siquiera para ellos. Y las máscaras ya no son más necesarias.
La función tiene que acabar algún día.
te nito.
ResponderBorrar