Me pregunto cómo serán esas valiosas ocasiones en que puntos distintos de vista dialogan y se nutren para volver igual de importante el trayecto y la conclusión. Siento que el no poder hacerlo por nosotros mismos también nos tiene así en esta especie de tiempo muerto —que no es realmente muerto, al fin y al cabo, sólo es distinto y estresante y diferente a cualquier cosa que hayamos experimentado antes—, temiendo perder un año, haciendo duelo por todos esos planes que se retrasan o desaparecen en medio del no poder predecir qué va a suceder.
El capitalismo tiene un montón de culpa en esto, creo yo, porque hay un punto en que necesitas tener la certeza de que no te vas a morir de hambre para poder darte el gusto de soñar, que vas a poder satisfacer tus necesidades básicas para tener el privilegio —es sólo dignidad, musita una parte de mi cerebro, pero acá la dignidad parece haber sido horriblemente transformada en lujo— de mirar alrededor y disfrutar del viaje que te está llevando a algún lugar. Siento que, de tener esos pisos, todos podríamos ser un poquito más soñadores, más arriesgados, podríamos ir por la vida con el corazón un poquito más ligero. Y yo no me sentiría como alguien que batalla sola en una arena gigantesca.
Diez años escribiendo este blog y recién ahora menciono el capitalismo. El viaje de la empatía es súper, súper largo y nunca acaba.
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*Nᴏ, ɴᴏ ᴇsᴛá ᴄᴏᴍᴘʀᴏʙᴀᴅᴏ, ᴇs ᴜɴᴀ ᴠɪʟ ᴍᴇɴᴛɪʀᴀ ᴘᴀʀᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴇɴ ʟᴏs ᴘᴏsᴛ. Sɪ ᴀ ᴜsᴛᴇᴅ ʟᴇ ᴅᴀ ᴜɴ ᴘᴀʀᴏ ᴄᴀʀᴅɪᴀᴄᴏ ᴀ ᴘᴇsᴀʀ ᴅᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀᴍᴇ, ɴᴏ ᴍᴇ ᴄᴜʟᴘᴇ, ᴛᴀᴍᴘᴏᴄᴏ ᴠᴇɴɢᴀ ᴀ ᴘᴇɴᴀʀᴍᴇ sɪ ᴇs ǫᴜᴇ sᴇ ᴍᴜᴇʀᴇ.