martes, abril 06, 2021

Los monoroles que no hago.

 Hay un muchacho de ojos tristes que vive dentro de mí.

Le di un nombre en marzo. Tiene pestañas largas y el pelo revuelto; dedos que podrían ser de músico, largos y habilidosos. Pasó muchas cosas feas y, después de escapar pagando sangre, sudor y lágrimas, empezó a vivir una vida asombrosa en su simpleza.

Comer, trabajar, dormir. Seguridad. Un techo.

Soledad.

Cuando le atacaba la soledad, este muchacho daba lo que fuese por sentir el calor de otro cuerpo por unas horas. Luego, regresaba a su escondite.

Un día se chocó con otro muchacho. Hubiese sido otro día irrelevante de no ser porque el muchacho brillaba como las estrellas, y estrellas le hizo ver luego de invitarle a un café.

El salir de su simpleza también implicó sentir, y el muchacho pelea consigo mismo todos los días para no acobardarse con toda la taquicardia que ahora presenta su siempre tranquilo corazón. A veces se siente muy inadecuado, como si fuese un bebé que con suerte ha aprendido a llorar cuando se da un golpe y nada más.

Cuando todos han aprendido a sentir mientras tu dormías, se pregunta, ¿es justo pedir que te tengan paciencia?

Mirando al muchacho a su lado, todo emoción y entusiasmo, vuelve a sentirse inadecuado, pero sería mucho más cobarde volver atrás. Al mundo gris.

Vive en mí, pero lo miro desde lejos. Me gustaría decirle que sin querer, me di cuenta que tenemos en común esas cosas feas que sentimos (o no) y a las que a veces les hacemos el quite. Me gusta pensar que ambos, distintos como somos, vamos a poder sortearlo de alguna forma.

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*Nᴏ, ɴᴏ ᴇsᴛá ᴄᴏᴍᴘʀᴏʙᴀᴅᴏ, ᴇs ᴜɴᴀ ᴠɪʟ ᴍᴇɴᴛɪʀᴀ ᴘᴀʀᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴇɴ ʟᴏs ᴘᴏsᴛ. Sɪ ᴀ ᴜsᴛᴇᴅ ʟᴇ ᴅᴀ ᴜɴ ᴘᴀʀᴏ ᴄᴀʀᴅɪᴀᴄᴏ ᴀ ᴘᴇsᴀʀ ᴅᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀᴍᴇ, ɴᴏ ᴍᴇ ᴄᴜʟᴘᴇ, ᴛᴀᴍᴘᴏᴄᴏ ᴠᴇɴɢᴀ ᴀ ᴘᴇɴᴀʀᴍᴇ sɪ ᴇs ǫᴜᴇ sᴇ ᴍᴜᴇʀᴇ.