viernes, junio 26, 2015

Ser un botón.

Existen cosas que pueden hacerte retroceder en el tiempo: Un aroma, una canción, pequeños vistazos de una memoria a medio borrar.


A veces vienen de forma más sutil, como me pasa a mí: Un sueño medio borroso con vampiros que se aparecen para recordarme cumpleaños que ya no memorizo —al menos, no conscientemente—. Retazos de páginas llenas de aroma a bosque y lluvia. Una moto, un amigo. Otra amiga que sigue volando por ahí, pero que no está del todo.

Y otras cosas que en su propia particularidad no son menos increíbles (e hilarantes, ¿quién diría que algo así pasaría?); que me revuelven de pies a cabeza, que medio me desarman y rearman en un ser que no es del todo yo. Una persona con el corazón más ligero, con la creatividad algo más pegada a los dedos y la voluntad puesta en sitios diferentes. Alguien más oveja que pájaro, que se siente desorientada al quedar parada en el lugar de la yo de hoy. ¿Cómo la puedo culpar?

Al final, estoy segura que ambas nos miramos un buen rato, ninguna de las dos muy segura de qué diablos hacer.