jueves, julio 30, 2020

🎶

Y mi voz vuela, vuela, vuela.

Ligera y clara, a confines desconocidos donde ni siquiera yo puedo alcanzarla.

viernes, julio 24, 2020

Espejo.

No sé por qué me vendrá siempre esta sensación de ambivalencia.

No nos conocemos en sí. Yo sé de ti, pero tú no tienes idea de mí. Sin embargo, es posible que conozcas mucha gente como yo. ¿Habrás hablado con ellas?

Creo que somos almas afines. Te mueven las historias, la música y la suavidad de la vida. Resonamos en lo más profundo pero, como no nos conocemos, no podemos tener al cien por ciento esa certeza. Seguramente, entre tú y yo, hay mucha gente que resuena de la misma manera.

Me he enojado contigo varias veces. Cuando se me pasa —porque siempre se me pasa—, me pregunto a mí misma si no será porque de nuevo nos parecemos mucho, y ese enojo es una reacción a lo que no me gusta de mí, a lo que quisiera hacer mejor. Si me enojo, también, porque un montón de gente te defiende con dientes y garras y no me gusta que idolatren a las personas así. Por extensión, no me gustaría que me pusieran a mí en tremendo pedestal. No me conocen. A ti, tampoco.

Hemos hecho las paces en una pugna que creo sólo existe en mi cabeza, pero que se reproduce cual onda en el agua uno lo quiera o no. No creo, de todas formas, que las pugnas contra ti tengan la misma razón que la mía. Al menos sé que no hay daño, porque nunca te enteraste.

Tan sólo desearía que me dejaran estar en paz contigo, en paz.

jueves, julio 16, 2020

Mantra.

No tengo todas las respuestas y eso está bien.

IV.

Entre espera y espera se nos va la vida, y pareciera ser cosa de occidente el no disfrutar el viaje porque estamos demasiado preocupados de cómo va a finalizar.

Me pregunto cómo serán esas valiosas ocasiones en que puntos distintos de vista dialogan y se nutren para volver igual de importante el trayecto y la conclusión. Siento que el no poder hacerlo por nosotros mismos también nos tiene así en esta especie de tiempo muerto —que no es realmente muerto, al fin y al cabo, sólo es distinto y estresante y diferente a cualquier cosa que hayamos experimentado antes—, temiendo perder un año, haciendo duelo por todos esos planes que se retrasan o desaparecen en medio del no poder predecir qué va a suceder.

El capitalismo tiene un montón de culpa en esto, creo yo, porque hay un punto en que necesitas tener la certeza de que no te vas a morir de hambre para poder darte el gusto de soñar, que vas a poder satisfacer tus necesidades básicas para tener el privilegio —es sólo dignidad, musita una parte de mi cerebro, pero acá la dignidad parece haber sido horriblemente transformada en lujo— de mirar alrededor y disfrutar del viaje que te está llevando a algún lugar. Siento que, de tener esos pisos, todos podríamos ser un poquito más soñadores, más arriesgados, podríamos ir por la vida con el corazón un poquito más ligero. Y yo no me sentiría como alguien que batalla sola en una arena gigantesca.

Diez años escribiendo este blog y recién ahora menciono el capitalismo. El viaje de la empatía es súper, súper largo y nunca acaba.

viernes, julio 10, 2020

*click*

Interpretar, interpretar, interpretar.

Hoy ha estado lleno de interpretar. Lo más seguro es que los otros días también, pero no he estado tan pendiente de ello. En ocasiones, es entretenido el pensar en cómo tu vida self-centered es sólo el personaje incidental en la vida del otro. También te ayuda a poner las cosas en perspectiva y tener un poquito de humildad, creo yo.

Me pasa que creo tener una idea de quién piensa en mí, para quién soy importante o quién me guarda cariño. Y, como en muchas ocasiones en que aprendo cosas nuevas, parece que no tengo tanto esa idea.

Es lindo, en cierto modo, saber que hay mucha más gente que te tiene cariño de la que tú piensas. Y es reconfortante, también, el saber que no te has dado cuenta porque no lo andas buscando abiertamente.

miércoles, julio 08, 2020

Té.

Es hasta un poco encantador.

Veamos; ella busca esta hermosura en la vida. Estas pequeñas, importantes cosas que le dan brillo a lo cotidiano, que arman una lista permanente de momentos a esperar con ansias, de fotografías —tanto reales como las que solamente guarda en su memoria— que se quedan presentes para siempre, testimonios de instantes atesorados.

Devora atardeceres, cielos, flores, cartas, canciones. Llena su rutina de colores, de sabores reconfortantes, de pequeños rituales que le hacen sonreír. Cada paso es una nota, cada exhalación una melodía. Cada pena, un solo profundo. Las alegrías son fanfarrias, nunca una igual a la otra.

Y suena profundamente hermoso, como ella desearía. Pero también bastante estándar. Replicable. Aséptico.

Quizás por eso se le escapan las particularidades sin que se de cuenta. Lo que vuelve la experiencia única y propia.

Quizás, por eso, se le derrama el té a la primera y tiene que correr a buscar estropajos.

lunes, julio 06, 2020

Los pequeños triunfos

Hay algo maravilloso en poder tener cosas que esperar conforme pasan los días.