Todos estamos un poquito tristes todo el tiempo, o eso dicen.
Si lo estamos, deberíamos abrazarnos más.
Todos estamos un poquito tristes todo el tiempo, o eso dicen.
Si lo estamos, deberíamos abrazarnos más.
El otoño, a pesar de su naturaleza neutra y tranquila, parece moverme.
Se roba los colores del verano y me los obsequia a mí para deslavarlos. Se hace el ciego cuando me quedo con algunos, cuando los abrazo y destiño con mis lágrimas. Luego, me besa y me río. Me hiela los pies y me hace correr.
Es la antítesis del moverse o congelarse. Del cero o el cien. Del estar o desaparecer.
Entre la música, mis pasos, los colores y las letras, descanso yo. Un metamorfo que busca el calor pero no lo pide y que sonríe cuando se ve envuelto en mantas.
Mantas de amor, mantas de cobijo, mantas del otro que me cuida.
Tantos otros como las hojas que reposan en el suelo.