¿Cómo estás? Te cuento que hoy hace sol, pero está fresquito como esos típicos días de septiembre.
Partió la primavera y los pájaros cantan en una de las esquinitas de esta habitación desde donde te escribo. Te sorprenderá saber que hoy me levanté temprano, pero no para trabajar. Más tarde, al atardecer, voy a estar haciendo otra cosa que te sorprenderá.
Misterioso, ¿no? Ya entiendo por qué es tan críptica la gente del futuro.
El fin de semana, mientras viajaba de un lado a otro, vi las flores en el camino. A cada lado, de un naranja espectacular. La gente —y yo— sabe que es maleza, pero el color es tan bonito que sólo puedo ver una alfombra elegante bajo mis pies. Creo que estoy medio alérgica, o quizás me pilló un resfriado por primera vez luego de dos años. Hay mucho viento, así que es muy probable que las esporitas anden volando por ahí.
¿Te lo puedes imaginar? Creo que lo he descrito muy plácido, y puede que se deba a que es así como me siento.
Estoy tranquila, acompañada. Sonrío todos los días, hago cosas. Escribo.
Ayer fui testigo de dos personas bailando September mientras se enamoraban. Fue bonito de leer, si sabes a lo que me refiero.
Ya no hay dolor, si eso es lo que te preocupa. Hay algo así como nostalgia, o la frustración de un final a medias. ¿Lo mejor? Es que sabes con absoluta certeza que nada fue culpa tuya, que no es tu culpa amar bonito, ver la vida con dulzura y entregar todo tu corazón.
Hoy, bonita, puedo decirte con total certeza que era cierto. Sí vas a estar bien.