But I'm afraid it's time, once again.
miércoles, diciembre 18, 2024
martes, octubre 15, 2024
Lo que queda.
El viernes fui a ver a Paul McCartney.
En los días y días de anticipación previa, pensé mucho en la música y lo que significa para mí. Particularmente, The Beatles. Si uno mira este blog y las casi dos décadas que lleva (uff), es imposible no notar las pinceladas que sus letras y melodías tienen en todo lo que aquí implica el vómito de mi creatividad y emociones. Mientras la yo de ahora se iba formando, ahí estaban ellos haciendo de banda sonora.
Junto a estos abuelos perdidos en el tiempo igual que yo, cosas han ido y venido. Sobre todo, mi corazón se ha entregado y devuelto, sangrado y sanado, y al final del día sólo quedamos él y yo y una discografía que todavía me hace llorar si la escucho con la suficiente atención.
Pienso mucho en cómo llegaron a mí; la yo que quería encajar consumiéndolos en un atracón y descubriendo un nuevo lado de la música que me acompaña hasta el día de hoy y que creo que no va a abandonarme en ningún momento cercano: Las palabras melosas, las promesas de amor, acordes de guitarra y piano aprendidos con la pasión de un corazón joven y lleno de la esperanza de promesas compartidas. Puedo mirar todo eso, en retrospectiva, y atesorarlo como el maravilloso testimonio de mi capacidad de amar.
Creí que entre las armonías de ese cuarteto iba a encontrar cosas que soñé y no pasaron, otras que sí. Aún hoy, creo que la prosa bonita, las metáforas y todas aquellas imágenes que han alimentado la historia de la música por más de cincuenta años, cuidan celosamente el lado más suave, más tierno y lleno de esperanza de muchas personas que buscan no dejarse perder en lo mundano.
Ahí está mi corazón, y ellos lo cuidan entre sus discos.