lunes, noviembre 14, 2016

Sigh.

Es chistoso esto de que te guste alguien.

Porque de pronto como que algo te hace sintonizar en la misma frecuencia, y es como si pasaras de ser un asteroide a la deriva a ser uno arrastrado por la fuerza gravitacional de un planeta entero. Y nadie ni siquiera se molestó en preguntarte a ti, el asteroide victimizado (tm), si querías pasar por ese planeta. Si era el momento adecuado para visitar un planeta.

¿Estás lo suficientemente protegido para no estrellarte, pequeño asteroide?

Entre todo, entre este empuje tan intoxicante e inevitable de la gravedad, entre la caricia sutil de este planeta —angustiante a la vez que emocionante—, te preguntas si el planeta sabe de su fuerza gravitacional.

Y la metáfora se muere, porque ni los asteroides ni los planetas tienen bocas para decirse cosas. Para besarse cosas. Y pareciera que cuando dejan de ser asteroides y planetas y se vuelven personas que entrelazan las manos en medio de la noche, que rozan nariz con nariz y se ríen bajito en la oscuridad, las cosas se tornan un poco más claras y todo se vuelve algo un poco más intercambiable entre los dos, que ahora son empujados por la misma gravedad.

¿Cierto?

Eso se imagina el asteroide, porque, ¿qué puede ser más claro que un beso? Así que orbitas alrededor del planeta en una explosión de luces. Y el planeta se mantiene ahí, silencioso.

Indiferente.

Y es ahí donde te indignas e intentas con toda tu potencia de asteroide soltarte de este terrible tirón de la gravedad, porque tú era feliz antes, vagando entre las estrellas. Y ese estúpido y feo planeta probablemente sigue pensando en algún viejo y brillante asteroide y quién sabe cuántos más están siendo arrastrados por su gravedad al mismo tiempo que tú.

Allá él. Allá tú.

Y si este asteroide tuviera banda sonora, probablemente sería Lemonade de Beyoncé. Porque esta personita detrás del cuerpo celestial trata tanto de cantar "boy, bye" que llega a dar risa.

Y todo sería tan fácil si las cosas se hablaran. Si por lo menos hubiera un corte limpio con el cual el asteroide se pudiera ir a recorrer el resto del espacio en paz para por fin volverse un planeta, un sol. Pero parece que las personas son más miedosas que los planetas, las estrellas, los asteroides y los soles, especialmente cuando tienen que verse las caras constantemente sin que sea incómodo.

La niña asteroide sigue su camino dejando una estela de luz a sus espaldas. A veces las estrellas le traen música y ella canta. A veces, una voz le responde a lo lejos. Siente empujones de gravedad de vez en cuando y, al buscar el origen de aquellos tirones, descubre con algo de sorpresa que el planeta sólo era un asteroide cuyo tamaño ella subestimó.

El otro asteroide a veces sonríe cuando la ve. Ella le sonríe de vuelta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Está comprobado* que dejar comentarios es bueno para la salud; mejora la digestión y disminuye el riesgo de sufrir paros cardíacos.


*Nᴏ, ɴᴏ ᴇsᴛá ᴄᴏᴍᴘʀᴏʙᴀᴅᴏ, ᴇs ᴜɴᴀ ᴠɪʟ ᴍᴇɴᴛɪʀᴀ ᴘᴀʀᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴇɴ ʟᴏs ᴘᴏsᴛ. Sɪ ᴀ ᴜsᴛᴇᴅ ʟᴇ ᴅᴀ ᴜɴ ᴘᴀʀᴏ ᴄᴀʀᴅɪᴀᴄᴏ ᴀ ᴘᴇsᴀʀ ᴅᴇ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀᴍᴇ, ɴᴏ ᴍᴇ ᴄᴜʟᴘᴇ, ᴛᴀᴍᴘᴏᴄᴏ ᴠᴇɴɢᴀ ᴀ ᴘᴇɴᴀʀᴍᴇ sɪ ᴇs ǫᴜᴇ sᴇ ᴍᴜᴇʀᴇ.