jueves, junio 19, 2025

El cometa

 Me siento un poco desconcentrada para escribir.

 Bueno. Eso de lado, el otro día me atacó la nostalgia. Creo que soy un bicho medio olvidadizo, y me dejo arrastrar fácilmente por las garras de los buenos recuerdos; me pierdo en ellos, y una vez las cosas me dejan de dar pena, es como si tuviera feed eterno de serotonina en el pasado.

Así me encontré, el otro día; sorprendida por la ausencia de tristeza, de enojo.

 No soy tonta, eso sí. Sé cuál es la función de la pena y el enojo: No olvidar, aprender. Evitar situaciones similares o afrontar con más cautela la siguiente vez. Le comentaba a mí psicólogo que quizás por eso no me he transformado en un ser sin esperanzas, un adulto fome; quizás tengo muy mala memoria.

Pero tengo buena estrella, o eso creo yo, al menos. El otro día me agarraron las garras de la nostalgia y acabé siendo arrastrada de vuelta, un cometa brillando en el cielo, gentil y hermoso.

Siento yo que me dijo, sin regañarme, que hay cosas mejores en el presente y ahí tengo que fijar la vista. 

martes, junio 03, 2025

☁️🌥️

 Ese sueño se me hizo tan real.

martes, mayo 20, 2025

We're on our way home

We're going home.

♫⋆。♪ ₊˚♬ ゚.

miércoles, mayo 07, 2025

🍂

 Las hojas arremolinándose a ras de suelo.

El viento en la cara. Frío, frío.

Mis dedos rozando las flores (amarillas, rosadas, lilas) mientras voy en bicicleta.

Un atardecer bonito, de colores y colores en el cielo. De nubes tornasol, de naranjas que me regalan porque tengo ángel.

Llego a mi casa y sonrío.

martes, abril 22, 2025

3.

 Más que nada, admiro mi propia capacidad de siempre lanzarme al vacío a pesar del susto. No siempre sale bien, pero lanzarse siempre es mejor que la inacción.

lunes, abril 21, 2025

De ángeles y otras cosas.

 No iba a escribir nada hasta mañana, pero la vida funciona de maneras curiosas siempre, ya debería saber.

En mi hiperfijación de todos los años, me pasé el fin de semana santo escuchando Jesucristo Superstar. Pensar que en algún punto de mi vida audicioné como coro en ese musical porque me daba pánico cantar sola. Quién lo diría.

La cosa es que el viernes interpreté todo el musical en el living de mi casa y el sábado decidí hacer la repetición mientras viajaba en metro a la costa. Y para amenizarlo, decidí irme leyendo la página de Wikipedia del Jesús histórico, sólo por curiosidad.

Cronológicamente, llegué al Sermón del Monte y me di cuenta que no me acordaba de las Bienaventuranzas, así que las leí. Bienaventurados los que lloran, decía, bienaventurados los con sangre y sed de justicia.

A mí el Jesús histórico me cae super, creo que más gente debería darse cuenta que su mensaje es de puro amor. Me he alejado mucho del dogma católico, pero el mensaje de este hombre de hace dos mil años atrás todavía resuena en mí. Aún le tengo cariño a él y los ángeles.

Los ángeles…

La cosa es que tuve la brillante idea de contarle lo que iba leyendo a mi hermana, mientras viajábamos. Sentado junto a nosotros iba un tipo que decidió abrir la boca. Un cristiano.

Me dio risa y un poco de lástima, porque no sabía en lo que se estaba metiendo. Claramente, no pude terminar de escuchar el musical, pero hablé del amor y la búsqueda de justicia, de cómo no creía en un Dios castigador, que no me hacía sentido.

Me dijo de forma condescendiente que mi mirada era tierna, que había una sola verdad. Le dije que realmente no me importaba y me alegraba que él sintiera que tenía la verdad, que ojalá hiciera el bien. No esperé mucho, tampoco, porque dijo que los niños de Palestina merecían su sufrimiento porque sus papás no creían en Dios.

Hoy, lunes, supe que se murió el Papa. Me dio pena, porque para lo conservadora que es la Iglesia, tener un representante del Sur Global, alguien que conoce la teología de la liberación, la pobreza y miseria que se vive por pestes como la codicia y el individualismo, su palabra era mucho. Lloré cuando, de pronto, en uno de sus muchos videos dijo "Ternura, por favor, ternura".

La gente de hoy cree que ser duro, que hacerse el rudo y pegar de vuelta, el ir a la defensiva lleno de rencores es la manera de ir por el mundo. A veces, hasta yo me lo he creído. Afortunadamente, siempre hay pequeñas señales que me encaminan de regreso a esto que me mueve las entrañas, que permea mis acciones: el amor. Tal vez falta, realmente, gente tierna, gente sensible, gente que a veces es ingenua en su actuar porque espera lo mejor del mundo.

Al menos, entre ingenuos, consuelo nos iremos dando. Hoy, en la pena de un trocito de bondad que se va en el mundo, pienso en cuántos hay ahí como yo, esperando a sus compañeros para seguir la carrera.

martes, abril 15, 2025

🌊

 He looks at the sea, that old friend. And he thinks.

 He thinks of creatures that aren't there anymore, and waits.

miércoles, abril 09, 2025

10 PM.

 Con el cambio de hora me di cuenta de un par de cositas:

  • Esperaba los atardeceres más tempranos, los lindos de esta época; azules y morados, naranjas y rosados pintados en el cielo.
  • Siempre está mi hermanita esperándome en la casa, ya sea con algo para contarme, algo para ver, algo rico para comer o su abrazo si he tenido un mal día.
  • Hay un punto entre mi llegada y el prepararse para dormir donde no hago nada y es exquisito.
  • Mi colchón y mi almohada son magníficos y dormir tantas horitas es maravilloso.
  • Que el gatito del techo me maulle cuando le doy las buenas noches y haga un poquito de frío me da paz.

 

martes, abril 01, 2025

!!

 One tummy ache at a time.

domingo, marzo 23, 2025

La filosofía moral.

 He querido escribir toda la semana acá, pero he tenido tanto pensamiento enganchando el uno del otro que no es sino hasta hoy que me decido a sentarme y dejar las ideas fluir.

 Este es el filtro, un poco; el decantado bonito de las ideas. El vino sin los restos de fruta. La fruta se la deja la Hobonichi, entre timbres bonitos y recuentos del día a día. Ahí me quejé de los pacos el día que me pararon por andar en bici en la vereda (estúpidos), y el día que descubrí la limerencia. Ahí he comentado de mis libros y mis ideas como la providencia manda: Con lápiz y papel.

 Me acuerdo que partí esta semana queriendo hablar de cómo el capitalismo se come hasta nuestras relaciones sociales y hoy me encuentro haciendo un análisis de cómo este pedacito de espacio en internet igual se volvió una versión más glamorizada de mi vómito de palabras. Acá, ahora pienso antes de escribir.

 Pero vamos pensando en la limerencia y en el masking, en cómo una de mis compañeras de trabajo dijo que no se podía dudar mi autismo porque lo primero que se me ocurre cuando un paco me para en la calle es leerle la ley de manera textual para que se dé cuenta de que es tonto y yo sé más que él. ¿Qué iba a hacer, de todas formas? ¿Aceptar que estaba en lo correcto sólo porque es un agente de la ley? Chao. Y lo siguiente que pensé es que definitivamente tengo que terminar de tramitar mi credencial de discapacidad.

 Chistoso, ¿no?

El lunes hablaba con el Cristian sobre la limerencia. Cuando me apareció el video explicativo fue como ¡¡¡!!!, porque vaya que es acertado. Después, cuando busqué la definición para la sesión con el psicólogo, me asusté un poco, como cuando empecé a escuchar a la gente neurotípica hablar de la neurodivergencia. Creo que ellos han sido la razón por la que me he resistido tanto a un diagnóstico oficial. Si nadie sabe lo que soy y ya me tratan así, sólo puede ponerse peor cuando tengan la confirmación.

Al menos, me dije al final, estos días, voy a tener un papelito para restregarles en la cara que por ley tienen que tratarme bien. Algo es algo.

La cosa es que empecé a explicar la limerencia con vergüenza, casi excusándome un poco. ¿Quién va a querer a alguien obsesivo, con aquella intensidad tan difícil de manejar? La sociedad nos dice que eso no está bien, que es malo. Mi experiencia me lo dice también. Cristian, compasivo como siempre, me dijo que no puedo comparar mi experiencia relacional a la de una persona neurotípica. Y llegamos a la analogía de los cuicos y los pobres, alguien con abundancia de agua y alguien que vive en sequía: Si yo no tengo conexión como la otra gente, si me cuesta, si los otros tienen amor y amistad como si fuese una catarata lanzándoles agua a la cara, tanto que les satura, ¿cómo yo no voy a luchar con uñas y dientes para que me caiga más que una mísera gota de agua? Y me tuve compasión, y pensé en cuánto masking he hecho a lo largo del tiempo para no molestar.

 Pensé en la limerencia y en los objetos de mi limerencia por harto rato. En cómo he tenido que sobrevivir al perderlos como si me arrancaran un pedacito de mí misma, a veces. Me dio pena, pero también sentí calma al entender. El Cristian también me vio más tranquila.

 Tal vez eso le hizo preguntar algo que, por fuera, se veía bastante inofensivo. En su serie de preguntas para intentar comprenderme a mí y a mis procesos dijo esto:

 ¿Y cómo actúas cuando vuelven?

Yo le miré confundida, porque ni idea de lo que estaba hablando. ¿Quiénes vuelven?, le pregunté.

Estas personas que has dejado atrás.

Y me dio como pena, lástima, no sé si por él, por su ingenuidad, o por mí. Creo que me reí un poco y le respondí que ninguna ha vuelto, nunca. Y que no creo que lo hagan. La que tiene dificultad para soltar y extraña hasta el fin de sus días soy yo. En un momento de mucha honestidad, le dije que las puertas siempre están abiertas, que si alguno volviera lo recibiría con los brazos abiertos, esperando que ambos hubiésemos crecido entre aquel pasar del tiempo y la distancia. Siempre habría un "Hola" de mi parte, un consuelo y un abrazo de ser necesario.

Le dije que soy un Rousseau: La gente es inherentemente buena y todos podemos crecer, cambiar, ser mejores.

El Cristian me sonrió con la misma melancolía que yo sentía en ese momento y me dijo algo que, por fin, me hizo darle un poco de sentido a lo que elegí estudiar un día a los dieciocho:

 Si no creyéramos eso, no podríamos trabajar en lo que trabajamos.

Y, bueno, me condené solita.

domingo, marzo 16, 2025

This won't be our last memory.

 Don't say goodbye like you're burying him,

'cause the world is round and he might return.

lunes, marzo 10, 2025

El balance.

 Por un lado, aliviada.

Viena y Saturno

 Este último tiempo ha servido para desenterrar todas las enseñanzas. Y como son enseñanzas, claramente no es la primera vez que me pasa.

Si tuviese que describirlo en una palabra sería divergente, como ese libro que nunca leí. O diverso, si tuviese más ganas.

Disidencia, si no quisiera llevarlo con ternura.

El punto es la otredad, esa otredad que siento día a día con el mundo, más fuerte a veces, más enmascarada en otras. Con el tiempo, esa otredad brotó en la semilla del darse cuenta que el mundo esperaba una performance de mi parte y nadie me había avisado.

Lo que en mi infancia era quirky, chistoso, extraordinario y prometedor ya con los años no lo era tanto, porque se me habían olvidado algunas cosas de una lista que nunca accedí a cumplir. De nuevo, sin aviso: Seriedad, aterrizaje, un lindo trabajo y lindas casitas con lindas familias y lindos hijitos.

Al principio, era entretenido rebelarse, pero poco a poco me fui quedando sola en la rebeldía.

Ah, la soledad.

La gente dice que a los autistas no nos interesa lo social, el mal entendimiento es que sí nos interesa, y mucho, y damos el todo por esos momentos en donde sentimos que pertenecemos. Tanto, que queremos quedarnos ahí para siempre. El problema, al final, es que a la neurotipia no le gusta quedarse con nosotros.

Yo no sé si con el mundo queer será lo mismo; eso es lo curioso de la interseccionalidad. Al final me discriminan por autista, que se nota más, que por bisexual, pero supongo que si fuera bi solamente igual sentiría la presión de la experiencia romántica convencional. ¿Cuántas veces más tendré que sonreír por relatos insípidos? Yo siempre dije que quería algo extraordinario, y creo que sigo fiel a mi palabra a pesar de todo.

La gente se rinde. Los otros se rinden. La infancia es bonita porque la gente tiene esperanza, sueños, intensidad y ganas, sueña lo imposible y ama lo imposible. Y uno, un otro ingenuo, cree que podrá congeniar para siempre con esas cosas.

Pero parpadeas y, plop, el ciclo vital se los lleva.

Lo bueno (siempre hay bueno) es que uno no pasó su vueltita de Saturno por nada. Como alguien místico que ya no es tan místico me dijo una vez: Esas lecciones son duras, pero son lecciones.

Creo que ya se mejor quién soy, quién quiero ser, a pesar del costo que tenga eso, las lágrimas. La fantasía no se pierde tan fácil, y en estos momentos de incertidumbre es importante saber que no hay apuro, no realmente.

Queda tanto, tanto tiempo. Y ese es el alivio más lindo, el abrazo más reconfortante.

Las palabras siguen siendo ciertas: Viena espera por mí.

miércoles, marzo 05, 2025

Amanda.

 A la Amanda me la crucé ayer. Tiene 11 años y va en sexto, se ríe mucho con sus amigos en la sala de clases. No sé cuál es su nacionalidad.

No había reparado en ella antes, o quizás estaba más preocupada de otros estudiantes, los que sí me corresponde asistir. Incluso ayer, no la percibí del todo hasta que estuve al frente de la sala con todos esos onceañeros atentos a la clase.

Lo primero que noté es que usa lentes con mucho aumento. Se le ven los ojitos chiquitísimos, y me da mucha ternura.

Como cuando--

Casi al lado de ella hay un niño al que le gusta mucho Colo-Colo y, al otro lado, otro niño al que la Amanda le saca casi una cabeza de estatura. Pienso que va a crecer y crecer, altísima, larguirucha igual que ahora.

Tiene el pelo con volumen, pero no tiene rulitos. Me la imaginé con ellos y me dolió un poco el corazón; rulitos oscuros que le rodean la cabeza como un halo. Y una sonrisa. Y esos lentes con tanto, tanto aumento.

Recordé--

-- y volví. Hoy, después de haber estado de nuevo en esa sala, deseé con todas mis fuerzas que nunca se sienta sola, que en el colegio no la molesten, que tenga una familia que le ame y que, si tiene una mascota, que viva mucho y tenga buena salud. Que salga al sol y tenga hobbies sanos y muchas cosas hermosas en ese futuro que tiene por delante. Incierto, sí, pero ojalá brillante, también.

Ayer, atacada por aquella sorpresiva carita familiar, me di un pequeño lujo:

Cuando tocó hacer los ejercicios de matemáticas en la pizarra y la mitad del curso levantó la mano, la elegí a ella primero.

lunes, febrero 24, 2025

Acento.

 Así que todo este tiempo sí había razón para sentirme acomplejada y preocuparme de hablar lento en los audios que mandaba.

domingo, febrero 23, 2025

Lamngen

 El otro día fuimos a la ciudad más colonizada a aprender de lo que es resistir la colonización. Qué curioso.

Y nos sentimos horriblemente winkas, entre aquellos que sabían cuál era su pasado, su lengua, sus raíces. Entre el orgullo de ver hermosas personas ataviadas en sus ropas tradicionales. En el conocer, el pertenecer.

Había cantos de tristeza y resistencia, no se negaba la pérdida, ni la frustración, ni la lucha. Se cantaba suave como un arrullo en una lengua que me es ajena pero que tiraba dentro de mí, sobre dificultades, vicisitudes, desafíos. Sobre el llevar la raíz como un orgullo y un peso.

Y entre las lágrimas, salió el rugido, y no estuvimos solos.

“Lamngen”, me llamaron también, y me sentí en casa. En mi morena piel también están ellos.

jueves, febrero 20, 2025

Mi mamá parafraseó al Che Guevara sin querer.

Pero es verdad; no hay que perder la ternura.

domingo, febrero 16, 2025

I keep…

 Wondering, wondering, wondering…

And the wind takes my thoughts and carries them away. I wish I could know if they'll land, and where, since it's the only kind of letter coming out of me now.

sábado, febrero 15, 2025

martes, febrero 11, 2025

(o no recuerdo cómo se llama)

 … y otro montón de cosas super equis que de la nada me hicieron sentir genial.

lunes, febrero 10, 2025

Catita con amor.

 Había una vez una niñita que se llamaba Catalina (Catita, para todos, eventualmente) y que fue criada con mucho amor. Tanto, que luego de un tiempo aprendió que no le gustaba que la trataran de otra forma. Nunca y bajo ninguna circunstancia.

En el jardín infantil, sus maestras intentaban llamarle la atención y tratarla con severidad. "Catalina", decían, en un tono muy serio, y Catalina las miraba con calma y les decía: "Si van a hablarme, díganme Catita con amor".

Y así quedó. Ya todas estas décadas después, las maestras siguen encontrándose a esa otrora niña en la calle, le dan un abrazo y sin titubear la llaman Catita con amor.

Catita con amor se ponía a llorar con las bromas pesadas de sus primos. Les decía "¡No me gustan esas bromas!", y sus primos se reían todavía más. Su abuelita tuvo que enseñarle a pegar.

Y era esa misma abuelita, esos mismos papás que la criaron con amor quienes luego la mandaban a hacer cosas con tono enojado. Catita con amor se rehusaba, obvio, porque no lo pedían con cariño. Por eso, tal vez, tuvo una relación extraña con la academia; sólo estudiaba bajo la promesa del amor y, cuando eso desapareció, dejó de hacerlo.

Catita con amor creció y creció pero esta premisa se mantuvo a pesar del tiempo, y era clara en pequeñas cosas: En la amiga que le regañaba y a quien decidiría, luego, no contarle más cosas; a la terapeuta que decidió decir las cosas con dureza, por lo que se rehusó, testaruda, a ocultar su esencia amorosa.

En esta tercera cosa, también:

Una conversación honesta, el equivalente en la inmaterialidad a una mano extendida, un intento de caricia, de abrazo. Palabras duras y defensivas de vuelta; un siseo, tal vez.

De vuelta, Catita con amor y un "Estoy conversando esto porque me importas y quiero entender, no quiero que peleemos, no estoy buscando atacarte".

Y su corazón descansó en el entendimiento, en el aprendizaje que creyó que había calado. En un corazón seguro.

Y Venus, Venus, Venus. Venus de pronto tenía todo el sentido.

Catita con amor, ahora, logró una cosa que había costado mucho sólo a través de la incondicional comprensión. Alguien entendió, por fin, y dijo: "Está bien, tú haces esto por esta razón, funcionas así y no tiene nada de malo" y de pronto todo se dio vuelta.

Catita con amor quedó sin razones para contradecir.

sábado, febrero 08, 2025

Dates.

 Leer cosas, llorar, escribir, escribir, escribir, escuchar música, ver videos, intercambiar libros, conversar, viajar, mirar el mar, escuchar música, caminar, tomar fotos, mirar cuadros, recorrer museos, conversar con amigos, tomar café, llorar, leer cosas, cantar, escuchar música, escribir, salir a caminar, ir al psicólogo, viajar, leer, tocar el pastito, sentir el viento, ver pajaritos, pelear con avispas, caminar, escuchar música, leer, ir al cine, llorar, ir al psicólogo, hablar con amigos, tomar desayunitos ricos, mirar muchos videos, ir al cine, grabar videos graciosos, viajar, subir cerros, fotografiar murales, comer pizza, vestirse lindo, escuchar música, hacer montaje de videos, reír, reír, reír, ver documentales, bailar Michael Jackson, sentirse orgullosa, ir a entrevistas, rechazar ofertas, tomar helado, caminar, ver stickers, colorear, aprender acuarelas, escribir, escuchar música, abrazar al Gaspar, contemplar, sentir el aire, mirar el mar.

Repetir.

miércoles, febrero 05, 2025

Estómago.

Se lo traga todo, digiere las ideas y experiencias nuevas que tenemos.

¿Qué (o quién) es lo que usted no puede tragar? ¿Y lo que le revuelve el estómago?

Cuando hay problemas de estómago, eso significa generalmente que no sabemos cómo asimilar las nuevas experiencias: tenemos miedo.

Muchos recordamos aún la época en que empezaron a popularizarse los aviones comerciales. Eso de meternos en un gran tubo metálico que debía transportarnos sanos y salvos por el cielo era una idea nueva y difícil de asimilar. En cada asiento había bolsas de papel para vomitar, y casi todos las usábamos, tan discretamente como podíamos, y se las entregábamos bien dobladitas a las azafatas, que se pasaban buena parte del tiempo recorriendo el pasillo para recogerlas.

Ahora, muchos años después, sigue habiendo bolsas en todos los asientos, pero rara vez alguien las usa, porque ya hemos asimilado la idea de volar.

sábado, enero 25, 2025

Graciela, tú ganas otra vez.

 Hora de borrar los videos que grabé y desistir de lo que iba a escribir.

jueves, enero 23, 2025

Mer.

 Yo pensaba en su nombre. Azul, como el mar. Por ahí en el 2021, entre las entradas tristes de este blog, pensé hasta en hacerle canciones. Pisciana con emociones como un río.

Eso siempre lo odió mi psicóloga y, mirando hacia atrás, la entiendo. Me gusta sufrir bonito, me gusta darle sentido a esa desolación que en momentos específicos de mi vida me ha azotado con ganas. Y en esa búsqueda de arte ofrezco mi corazón a personas que no lo van a cuidar.

Miré y miré y miré las entradas de este blog. El otro día, leí hasta nuestro canal de Discord y lloré de madrugada.

Mer me hizo sentir tan vista, tan importante, que cuando me di cuenta que se había aburrido de mí fue totalmente devastador. Vergonzoso, incluso. Porque yo había agarrado sentimientos y ella no; a ella sólo le gustaba mi atención. Porque soy buena para dar atención, puedo bajar hasta la luna si creo que la persona destinataria de mis afectos me quiere de vuelta.

La linda Graciela, mi psicóloga, me lo decía mucho, y yo peleaba silenciosamente con ella porque si no amo, no vivo, si no soy capaz de mirar el mundo y verle el potencial, ver cuán hermoso puede ser con la ayuda del amor y la amistad y la esperanza, entonces para mí no tiene sentido vivir en él en lo absoluto. Resguardarme, en ese entonces, para mí era equivalente a matar mi esencia.

Pude ver mes a mes cómo Mer se iba con la marea. Primero, dejamos de hablar por Discord porque no tenía tiempo, después dejamos de rolear por lo mismo. Después me dijo que roleaba, pero que yo era soft y no me quería llevar a esas temáticas. En el intertanto me daba atención a goteo, cuando podía, y yo me sentía así como cuando a Jessie la encuentran debajo de la cama y su dueña le sonríe. Me decía que amaba hablar conmigo, que era su soulmate, su tecito de manzanilla porque la sanaba (Si el Hanahaki fuera una enfermedad de verdad, pensaba yo, esa sería exactamente la flor que me saldría en los pulmones), me hablaba tan, tan bonito, que a mí no me quedaba otra que sangrar y sangrar y ocultar las heridas y tratar de ser una buena amiga.

¿Por qué nunca dije nada? Creo que alguna vez lo discutí con mi grillo psicóloga: Porque las relaciones a distancia no funcionan —comprobado con otro trauma; gracias, Isa—, y lo que yo quería con Mer tenía que durar, y algún día iría a México y si ella estaba aún, se iba a intentar.

No hubo chance, por supuesto.

Porque después de todo eso, en nuestros momentos de conversación dulce, Mer me comenzó a contar de otra amiga, un patrón que yo reconocí al instante: Hablaban mucho, se quedaban hasta tarde, roleaban, jugaban Plato y escuchaban música. Yo vi sus roles; donde no había tiempo para mí, había párrafos y párrafos de texto a toda hora. Mer me contó que Tori, su amiga, le había comenzado a responder cortante, y ella no sabía qué significada.

Fui buena, dije yo. Y la ghosteé.

Uno ve a otros soldados enamorados, otras novedades que vienen a quitarte lo que has atesorado para ti. Yo contra eso no podía pelear, porque del otro lado había tiempo, intereses nuevos en común y ganas de arriesgarse, y yo ya me había vuelto cautelosa después de un par de corazones rotos.

Mer me habló un día, otro día, y yo me escapé donde mi abuelita (como estos últimos tres días en el presente). Me sirvió, igual que ahora, para desconectar y conectar a la vez con lo mundano y tangible. Antes de irme, le dije a mi psicóloga que si Mer me hablaba (tonta fantasiosa, yo), le iba a contar todo.

Mi psicóloga dijo: Llámala, que te de un cierre digno.
Yo dije, como una estúpida: Perfecto, le voy a cantar una canción donde vomite todo lo que siento.
Mi psicóloga dijo: NO.

Mi psicóloga, como ven, era muy buena en lo que hacía.

Mer me habló por Whatsapp dos veces para decirme que me extrañaba, nunca stalkeó nada porque yo no era lo suficientemente importante para que lo hiciera. Además, estaba ya de novia con Tori, en el idilio de los primeros días. Así que si yo estaba en segundo plano antes, ni siquiera había planos para mí en ese entonces, con esas circunstancias. Le dije que necesitaba hablar con ella por teléfono, y nunca lo concretó, siempre dijo que era difícil.

Y eso fue. Perdí como dos kilos de la pena, porque la situación y lo que veía/leía me daba tantas náuseas que no podía mantener la comida en el estómago por mucho tiempo. Me metí a Taekwondo, me echaron del trabajo y eso al menos me mantuvo ocupada concentrándome en la vida terrenal.

Mi psicóloga dijo que Mer y Tori no iban a durar y, dicho y hecho, terminaron semanas después. Qué mujer. qué pitonisa. Mer llegó a Discord a alimentar la mascotita del bot que yo le había hecho y que había abandonado. No respondí. En mi cumpleaños, luego, me di el autoregalo de usar el bot de nuestro canal de Discord como una rama de olivo. No respondió. Creo que se fue a fake, y yo ya estaba roleando con alguien más que también me rompería un poquito el corazón luego, aunque con Andi seguimos siendo amigas.

Le hice una carta, una que nunca le leí y que después borré. Allá por agosto del 2021 hay registro. Un día hablo de ella; al siguiente, me salgo de la fantasía que armé en mi cabeza respecto a una reconciliación y desecho la idea. Posteé una playlist que me imagino que nunca vio, y mucho menos se molestó en escuchar.

El hacer playlist me duró una amistad más. De ahí, aprendí que mejor no, porque la gente se va y los recuerdos de la música quedan y uno parece payaso haciendo esas cosas.

Ahora, como un fantasma de la fuerza en el universo de Star Wars tatuado en mi psiquis, una imagen de mi ex psicóloga observa cuidadosamente cada cosa que pienso, planeo y desisto de hacer, hasta la fecha que me he autoimpuesto como límite.

lunes, enero 20, 2025

And I ask to myself…

 … What are you trying to find?

domingo, enero 12, 2025

Hues.

 Desenterrando entre la música que me gusta, de pronto me acordé del sountrack de Amélie. Eso me hizo recordar dos cosas: La conversación que tuve hace un tiempo con un amigo sobre cómo él sentía que Ted Lasso resumía muy bien su mundo, y yo acoté diciendo que Amélie se sentía como el mío. La otra cosa que recordé es como siempre se burlan de las cosas que aman las mujeres, y que no hablo de esa película hace mucho porque hubo un tiempo en que los hombres eran insoportables si mencionabas Amélie.

La cosa es que, si bien me enamoré de Amélie hace una mitad de vida atrás, la niña que se asoma y se esconde de vez en cuando dentro de mí sigue resonando mucho entre esos matices de rojos y naranjas cálidos y esas melodías rápidas de acordeón que adornan la transformación de lo mundano en lo extraordinario. Hace mucho, mucho tiempo atrás (de las primeras entradas de este blog, debe ser), alguien me dijo que yo era su Amélie. Me pregunto en qué matices me vería.

A pesar de esta sensación de camaradería con Amélie, siempre he sentido la vida en mármoles y rosas, en violetas suaves de atardecer. En el verde del bosque, el pasto y el deslavado de las flores.

Hoy, que por accidente cambié un poquito los colores de mi blog mientras cambiaba el widget de Goodreads, sólo dejé los colores suceder.

martes, enero 07, 2025

El cierre.

 Quiero pedirte disculpas por ser aburrida, por quizás no pelearla tanto. Quiero pedirte disculpas porque quizás pensaste que te di por sent--

*dejar de escribir*

 Yo creo que a estas alturas hay que dejar de usar la palabra soulmate de aquí hasta la eternidad porque claramente es mufa.

Booboo the Fool.

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